Don Juan Tenorio es una de las represtaciones que ofrece la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares para disfrutar del puente de Todos los Santos.
A la representación del 'Don Juan en Alcalá' acuden cada año más de 40.000 personas ya que se trata de una de las escenificaciones al aire libre más importantes de España, que además está declarada fiesta de interés turístico regional desde 2002.
Os aseguro que es digna de ver. Yo he sido una de los miles de espectadores por unos cuántos años, y a pesar del frío una se lo pasa bomba corriendo de escenario a escenario. En una ocasión la actriz ya fallecida, Rafaela Aparicio, hacía el personaje femenino de La Abadesa de las Calatravas de Sevilla y fue cuando yo vi a un metro de distancia a alguien famoso y os aseguro que además de una excelente actriz tenía “muy malas pulgas”.
“Don Juan Tenorio” fue escrito por Zorrilla, escritor que estudiaremos este curso pues pertenecen su vida y obra a la Literatura del siglo XIX.
José Zorrilla nació en Valladolid (1817). Su padre, José Zorrilla, era hombre de rígidos principios, absolutista y partidario del pretendiente don Carlos; su madre, Nicomedes Moral, era una mujer piadosa, sufrida y sometida al marido. Tras varios años en Valladolid, Burgos y Sevilla, la familia se estableció en Madrid, donde el padre ejerció con gran celo el cargo de superintendente de policía y el hijo ingresó en el Seminario de Nobles.
Estudió leyes en las universidades de Toledo y Valladolid (1833-36), con nulo aprovechamiento. Durante unas vacaciones se enamoró de una prima, a la que evoca en "Recuerdo del Arlanza". Era éste el primero de una larga lista de amores.
Huyó de la casa paterna (1836), refugiándose en Madrid, donde la fama lo sacó súbitamente (1837) de una vida oscura y llena de privaciones: Zorrilla, un joven delgado y pálido, como lo han retratado varios contemporáneos, se reveló como poeta al pie del sepulcro de Larra (que también estudiaremos), leyendo emocionadamente una composición en honor del suicida, cuando toda la capital se hallaba reunida en el cementerio para rendirle el último tributo.
Se hizo famoso dando recitales públicos y obtuvo numerosos honores entre los que sobresalen su nombramiento de cronista de Valladolid (1884) y su coronación como poeta nacional en Granada (1889).
Murió en Madrid (1893), tras una intervención quirúrgica para extraerle un tumor cerebral. Su entierro fue un gran homenaje de admiración.
De su carácter ha dicho su biógrafo Narciso Alonso Cortés que era ingenuo como un niño, bondadoso y amigo de todos, ignorante del valor del dinero y ajeno a la política. Conviene resaltar, además, su independencia, de la que se sentía muy orgulloso. En versos que recuerdan a los de Antonio Machado, confesó que a su trabajo lo debía todo, y llegó a rechazar lucrativos puestos públicos por no sentirse preparado: "Yo temo -afirma en sus Recuerdos...- que nuestra revolución va a ser infructífera para España por creernos todos los españoles buenos y aptos para todo y meternos todos a lo que no sabemos".