Índice de reseñas

domingo, 27 de enero de 2013

Crónica machadiana en Segovia: CAPÍTULO IV


Antonio Machado llega a Segovia el 25 de noviembre de 1919 para ocupar la Cátedra de Francés del Instituto General y Técnico de la ciudad. En este centro impartirá clases hasta 1931, ejerciendo como vicedirector durante varios años. En la actualidad es el I.E.S. Mariano Quintanilla.
Desde su llegada, Machado se aloja en una casa humilde, como las que había ocupado en Soria y Baeza y como tantas de aquella época. Era una modesta pensión de la que cuidaba su propietaria, Luisa Torrego, y por la que pagaba 5 pesetas diarias. Allí permanece hasta su traslado a Madrid.
En Segovia, Machado encuentra un ambiente cultural más acorde con sus gustos y pronto enlaza con el sector más dinámico y comprometido de la intelectualidad local.  Machado ofrece cursillos nocturnos y gratuitos a la clase obrera, como ya hizo en Soria. Imparte clases de francés y lecturas literarias y lidera animadas tertulias. 

A nivel personal, Antonio Machado vive en este momento una segunda juventud. En junio de 1928, Machado conoce a Pilar Valderrama, una poetisa madrileña de la alta burguesía monárquica. Este encuentro resucita el corazón de Machado, que, tras vivir con intensidad el amor y el dolor por la trágica pérdida de su amada Leonor, encuentra en la poetisa, a la edad de 53 años, un bálsamo para su corazón. Éste de la madurez fue un amor más bien platónico, pues la Guiomar de sus últimos poemas era una mujer casada. Aún así, la relación que mantienen hasta el estallido de la guerra en 1936 hace que Machado reviva un sentimiento ya olvidado.
En septiembre de 1932, Machado consigue la cátedra de francés en el Instituto Calderón de la Barca de Madrid. El poeta deja Segovia en octubre.

Os enseño algunas fotos que muestran mi paseo "machadiano" que hicimos Eduardo y yo con nuestros grandes amigos, Julia y José Mª, también admiradores de Don Antonio. Desde el instituto Mariano Quintanilla hasta su humilde hogar, pasando por el Acueducto. 
Como anécdota os contaré que el escritor como cojeaba, al bajar las escalinatas que veis en la foto los segovianos con cariño lo llamaban "Charlines" 

Queda muy cerquita de Villalba y os invito que hagáis este mismo paseo: una delicia para la vista, el espíritu literario y también, cómo no, del paladar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario