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domingo, 7 de octubre de 2012

"La Pantera Rosa"


Pensar que un cómico tiene que ser gracioso en su vida cotidiana es como decir que un músico se pasa el día con la guitarra en la mano. Por eso, si decidimos invitar a cenar al sr. Peter Sellers, probablemente el más hilarante humorista de todos los tiempos, es seguro que nos llevaremos una gran decepción. Sellers no era un hombre gracioso en el día a día. Sus biografías hablan de un hombre gris e introvertido y muy difícil de llevar en el trato. Por eso, si tenemos que identificar a Sellers con uno de sus personajes no sería con el torpe pero entrañable Inspector Clouseau ni con el delicioso hindú Hrundi V. Bakshi de El Guateque (The Party, 1968) sino con el arisco y amargado sr. Hoffman de la genial película Hoffman (1970, incomprensiblemente titulada en España Amor a la Inglesa), uno de los mejores y menos conocidos trabajos del actor. En la película un mediocre ejecutivo de mediana edad obsesionado por la belleza de una joven secretaria de su empresa consigue coaccionarla para tenerla en su apartamento, con el objetivo de que se enamore de él. Sellers mantenía el mismo comportamiento compulsivo con el sexo femenino, y al igual que el personaje era, más un ser deprimente e inseguro que el bufón al que acostumbramos a ver en sus películas. Un hombre incapaz de amar sin poseer.Peter Sellers no murió realmente en 1980. Murió al poco tiempo de nacer en los años 20. Era hijo de una pareja de vodevil que había puesto grandes esperanzas en que su retoño se convirtiera en el mejor actor de todos los tiempos. Pronto tendrían otro niño, Richard Henri Sellers. Richard seguiría la carrera que tendría que haber acometido su hermano y se convertiría en el mejor actor cómico de todos los tiempos. Para su carrera adaptaría el nombre de su hermano muerto. Así nació la leyenda de Peter Sellers, un hombre que desde su origen ya estaba reemplazando a alguien, que ya estaba interpretando un papel y que dijo de sí mismo "hubo un yo detrás de la máscara, pero me lo extirpé con cirugía". En su búsqueda de la representación idéntica de otros, este camaleón humano perdió su propia identidad. Y sólo quedó la cáscara.
En La Pantera Rosa, el personaje por lo general, se mete en algún lío o simplemente realiza tareas bastante comunes pero con un toque cómico singular, lo cual haría recordar por un momento un singular pero poco denotado parecido muy especial al gran maestro de la cinematografía sir Charles Chaplin y al personaje Charlot.

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