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viernes, 22 de febrero de 2013

Crónica machadiana en Collioure: CAPÍTULO V y último



Permitidme que en este último capítulo de la serie Crónicas machadianas, me explaye un poco más. Para mí fue uno de los más bellos viajes que he hecho, el más emotivo sin duda. He de confesaros que lloré, y mucho, sobre la tumba de mi admirado Don Antonio.

El pequeño pueblecito francés de Collioure, situado a escasos kilómetros de la frontera con España, fue el escenario de los últimos días de vida del poeta. En su penosa huida hacia el exilio acompañado por su familia, Machado llega a la frontera francesa el 27 de enero de 1939, formando parte del grupo de cientos de miles de españoles que ese día soportan un frío y lluvia intensos para salir del país. Machado y su madre, cansados y enfermos, llegarán a Collioure dos días después. Se instalan en la pensión Bougnol-Quintana, un edificio de fachada rosa que hoy en día sigue tal y como lo conocieron los Machado.

Durante sus últimos días de vida, Machado apenas salió de la pensión. Sólo una vez, en el que sería su último paseo, le pidió a su hermano José que le acompañara a ver el mar. En la playa, sentados en una de las barquitas de los pescadores y mirando hacia el horizonte, Machado exclamó: “¡Quién pudiera vivir allí tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación!”. Al día siguiente, día 18 de febrero, su salud empeoró, por lo que el poeta tuvo ya que guardar cama.


Sólo cuatro días después, el 22 de febrero, Antonio Machado muere en la habitación de la pensión. El pueblo se vuelca entonces con la familia. Para que Machado pudiera recibir sepultura, una vecina prestó un nicho en el tranquilo y sencillo cementerio de la localidad. Milicianos de la Segunda Brigada de Caballería “Andalucía” portaron el féretro del poeta hasta allí, cubierto con la bandera republicana. Manuel se entera del fallecimiento de su hermano en Burgos, donde le había sorprendido el Alzamiento Nacional. Inmediatamente pide permiso para desplazarse hasta Collioure y parte con su mujer. Allí, el mayor de los Machado se encuentra no sólo la tumba de su hermano, sino también la de su madre, que sólo resistió tres días más que Antonio.



Durante sus últimos días de vida, Antonio Machado recordó su infancia inspirado por el cielo, el sol y los limoneros de Collioure. Sus últimos versos, escritos en un papel que encontró su hermano José en el bolsillo de su gabán decían: “Estos días azules y este sol de la infancia”



1 comentario:

  1. ¡Muchas gracias por deleitarnos con estas crónicas! Siempre que leo o escucho los últimos versos de D. Antonio se me pone la carne de gallina.

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